jueves, 4 de marzo de 2010

DESCANSANDO EN ARUBA



Tirado en mi reposera, debajo de una esbelta palmera, con una maravillosa mulata que me abanica la incipiente calvicie y con un cielo diáfano que se funde, allá lejos en el horizonte, con el mar me encuentro en la gloriosa playa denominada RIVER PLATE charlando amenamente con el jurisconsulto, intelectual, filósofo, sicoanalista (recordar que la Real Academia nos permitió sacarle la “p”), relacionista público, hábil politiquero y, sobre todo,


democrático “caballero” dueño de este lugar: Don José María Aguilar quien, junto al concesionario de ese extraordinario balneario (un tal Mario Israel), hacen placentera mi estadía departiendo amablemente con este humilde servidor.
Les comentaba lo maravillosa que estaba Aruba, en general, y SU playa privada riverplatense, en particular, cuando, de repente, suena el celular del señor de papada abultada y de ojos desorbitados (a propósito, me llamó la atención que justo en ese momento el Sr. Israel hizo un agujero y se escondió dentro de él, tirándose arena encima suyo hasta quedar totalmente tapado por la misma) y escucho que éste saluda muy efusivamente a un “objetivo” periodista de la Argentina llamado Niembro o Miembro o Menembro o algo así, el que le pide que le de una nota para su “imparcial” programa (que se emite por una radio llamada Del Plata) y que los temas a tratar serían la filosofía y el sicoanálisis.
Con la tranquilidad que le da a los sabios hablar de cualquier tema, y con mucha más tranquilidad de saber que su compañero de “aventuras” sacaba la cabeza del pozo para poder respirar libremente, le respondió al periodista que preguntara sin “concesiones” (al estilo Majul, para más datos). Niembro, Menenbro o como cuernos se llame tiró su primera concienzuda pregunta: ¿qué opina sobre las declaraciones de Ortega? Respuesta erudita: “… hablé dos veces con él y se quiere quedar en River” y agregó “… es patrimonio del club y tiene un año más de contrato”. Ante una nueva repregunta sobre el particular, apareció el gran filósofo que afirmó sin hesitarse: “… conozco la teleología de su discurso porque quiere quedarse en River”. A la mierda, dije yo, mientras observaba de reojo al socio de Don José María que estaba contando unos dinerillos que le habían traído algunos musculosos bañeros de su playa privada.
Descolocado por mi ignorancia y por no entender qué relación tenían los forzudos con Marito, traté de seguir escuchando lo que el intelectual le decía a Niembro, Miembro, Menembro, ¡la p…… madre no me sale el apellido ! Alcancé a interpretar que: “River pelea el campeonato, tiene a sus jugadores al día en primas, sueldos y premios. Lo mismo con su personal de más de 850 personas, más 70 actividades en funcionamiento y una escuela para 1.200 alumnos”.
No me quedó más remedio que “reconocer” que Aruba, perdón River Plate, era perfecto. Y, sobre el pucho, en su infinita sapiencia aplicó sus amplísimos conocimientos sicoanalíticos y disparó: “Estamos en una etapa de autodestrucción, producto del dolor. Es un tema de terapia”.
¡Claro, viejo!, grité yo: son unos pobres autodestructivos los que están asociados a este balneario caribeño mirando las magnificencias de Aruba-RiverPlate. ¡Qué manga de ingratos! No merecen vivir en este paraíso, ¡carajo!
Tal fue mi bronca que luego de despedirme de tan magno hombre y de su coequiper, Don Mario, que apenas me dio la mano porque no le alcanzaban las dos que tenía para contar la guita que entraba en ese balneario de Aruba, me volví de raje a Buenos Aires y salí disparado desde Ezeiza hacia el clubcito de mi barrio para contarle a mis amigos de siempre los estúpidos, insanos, dementes, sicópatas, neuróticos, tarados, imbéciles, idiotas y, sobre todo, teleológicos que eran los abonados a aquel balneario, máxime si lo comparábamos con las “bellezas” de nuestro querido “TU GRATO NOMBRE”. Sin ir más lejos, y mientras hablaba con ellos, la muchachada del handball practicaba en la misma cancha (mitad para el equipo femenino y la otra mitad para el masculino), los pibitos de mini-basquet brillaban por su ausencia ya que los padres tenían miedo de traerlos por los riesgos que pudieran sucederse allí adentro, la pileta de natación parecía la estación Constitución a las 18.30 hs. de un día de semana (practicaba un tal Meolans y su equipo, nadaban muchos socios del club y entrenaba el equipo de waterpolo y, no quiero faltar a la verdad, pero me pareció ver a unos grandotes prepoteando gente), las chicas de hockey vendían rifas y armaban su página web para juntar fondos propios con el objeto de comprar sus propios equipos, la abusiva cantidad de empleados mostraban su disparidad: por un lado, los que laburaban en serio y, por el otro, los que hacían huevo y “controlaban” como la S.I.D.E. a los socios del club (estoy seguro que entre todos sumaban más de 1.000 contratados), algunos representantes de jugadores de fútbol se quejaban, abiertamente, de las deudas que tenía mi club para con ellos, los estudiantes del Instituto perdían días de clase por los imprudentes recitales y corrían riesgos puntuales por errores graves edilicios y habilitaciones “non sanctos” del mismo, el equipo profesional de fútbol se quedaba por 7mo. año consecutivo fuera de la Libertadores dando pena y vergüenza propia, etc., etc., etc.
Cansado de mis taradeces, el viejo Pardo (un bocón que anda ostentando el título de nieto de un “mediocre” presidente de Tu Grato Nombre) me paró en seco y me dijo algo que me horrorizó: “Boludo, nosotros también somos teleológicos y necesitamos sicoanalizarnos ya”. Balbuceando, y aterrado, pregunté (con un hilito de vos) el porqué de esa afirmación. Me respondió: la teleología es patrimonio exclusivo y excluyente de toda nuestra Comisiones Directiva y Fiscalizadora y, en especial, del presidente y del secretario general porque existe una meta, fin o propósito, inmanente o trascendente al propio suceso, que constituye su razón, explicación o sentido. En términos de cierta tradición filosófica, esto equivaldría a decir que dicha meta o sentido son la razón de ser del suceso mismo, lo que le justifica en su ser. Y, en el caso de estos sujetos, esa meta, fin o propósito inmanente o trascendente es destruir y saquear a nuestra amada Institución. Es la meta y el sentido de estos personajes, los que, por otra parte NUNCA irán a un sicólogo porque ni Freud, ni Lacan, ni Yung, ni Ericsson pudieron analizar y/o descifrar a mentes tan perversas, inescrupulosas y macabras como la de estos sujetos.
Le agradecí a Pardo porque me sacó un peso de encima pero, mucho más, porque ahora sí que me sentía como en Aruba-River Plate…

Prof. Jorge Leone

22 Mayo 2008

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