Diecinueve meses es un tiempo más que prudencial para respetar, observar y evaluar lo que puede suceder en un ámbito de cualquier índole, con una o varias personas, con un plan o un proyecto comprometido, etc. Un año y siete meses es demasiado tiempo, Sr. Presidente, para haberme callado la boca sabiendo qué y quién es Usted. Las consecuencias están a la vista. Por eso le he enviado el siguiente e-mail:
Desde el desconsuelo absoluto, desde la sensación de vacío existencial que siento desde hace 8 días, desde la abulia por las cosas cotidianas y la apatía por las profesionales he decidido dejar de lado mi respetuoso silencio auto-impuesto para no “perturbar” su gestión de gobierno. Sólo me limité a votar en las Asambleas estatutarias lo que mi conciencia, a veces a contramano del Frente por el cual obtuve mi cargo, me dictaba sólo influenciado por lo que más le podía convenir a nuestra manchada Casa Blanca. Y a cumplir lo que prometimos en campaña: hacer público, para hinchas y socios, lo que se generaba allí adentro y, por supuesto, debíamos resolver.
Por lo demás, Usted y yo sabemos que nuestras diferencias son irreconciliables y que, a partir de su incapacidad estructural y su vanidad militante, las mismas, con el correr del tiempo, se ensancharían. ¿Sabe qué pasa? No se puede engañar a tanta gente con palabras vacías de contenido, poca preparación intelectual, un séquito peligroso-cínico-brutal-inescrupuloso-sospechado, una ridícula plataforma de gobierno que nadie leyó (Usted, y sus cráneos, aprovecharon cómo es gran parte de nuestro pueblo), una vinculación directa con algunos hombres y “amigos de River” que tanto han hecho para su destrucción y alguna perlitas más que se sabrán en su debido momento.
Sin embargo… ganó. ¿Su carisma?, ¿sus glorias pasadas como jugador?, ¿el caudillo que mágicamente, o por ósmosis, iba a sanear al Club?, ¿el estadista, que nunca fue ni será, que desarrollaría proyectos de reconstrucción sustentables?, etc. ¡No! Un improvisado que se creyó toda la vida un ser providencial y que se da el lujo de mentir cuando afirma, sin ponerse colorado, que las puertas de su despacho están abiertas para cualquiera que le aporte soluciones. Yo las aporté, están documentadas en mi blog, y nunca me convocó para explicarme porqué no le servían, si podíamos modificarlas o si debían ser adaptadas a la realidad de tal o cual manera. Quizá no le comentaron que mi soberbia es muchísimo menor a la suya, y que no tengo problemas en consensuar sin tranzar y/o aceptar servilmente imposiciones unilaterales.
Por todo ello, y como lo expresé en la carta que obra en su poder (donde le pido que tenga la dignidad de renunciar), al quedar estampado a fuego como el “gran Capitán” del peor fracaso de nuestra historia, le informo que desde ahora ejercitaré con más fuerza que nunca lo que siempre sostuve: la oposición no gobierna, controla. A los oportunistas de turno, los dejo tranquilos con sus conciencias y sus “amplios criterios de colaboración cómplice” aferrados a esa frase hipócrita y acomodaticia de “… el oficialismo gobierna y la oposición acompaña”. Sé de varios opositores que han estado esperando las “bonhomías de Daniel”, desde diciembre del 2009, y no cumplieron en sus cargos los deberes y funciones que les asigna el Estatuto. Ahora, que dicen querer hacerlo, los estaré observando detalladamente y se los recordaré cada vez que sea necesario.
Y como Usted no va a renunciar; ni terminará con los mafiosos barras que supimos conseguir (los que están tan cerca suyo, aunque lo quiera disimular y muchos no lo quieran ver), ni desplazará a los Bravo, Riccio, Bierniakowicz (Jajo), Turnes, Vázquez (padre e hijo), Morelli, Cao, Rabufetti, Licera, etc., ni sacará de sus alforjas un plan o proyecto de desarrollo institucional integral que nunca tuvo ; se hace imprescindible recuperar la Institución para iniciar la reconstrucción correspondiente.
Y para recuperarla, estoy dispuesto a sentarme con quienes nunca querría juntarme, tanto del oficialismo como de la oposición. Estoy dispuesto a aportar todo mi tiempo y esfuerzo para construir ese proyecto a largo plazo que nos devuelva al lugar que nunca debimos dejar. Estoy dispuesto a consensuar todo lo que sea necesario con aquél que deje de lado sus intereses personales subalternos, y dé todo de sí (hasta lo material, y desde su propio pecunio personal), para alcanzar las metas necesarias que nos retornen a la senda correcta. Estoy dispuesto a aportar ad honorem las horas-hombre imprescindibles para trabajar en el lugar que River me necesite desde mi vasta experiencia en distintos segmentos profesionales.
Hasta estoy dispuesto, sabiendo que no tendrá la honorabilidad de renunciar, de sentarme, donde Usted quiera, para asesorarlo en las tantísimas cosas que no tiene idea de cómo llevarlas adelante.
Ahora la pelota está en su campo. Tanto para demostrar su dignidad con su renuncia. O, si su personalidad no se lo permite, para llevar a la práctica lo que declamó recientemente en los medios “amigos”: convocar a los que quieren ayudar a River (a TODOS). Sí, a ese River que Usted puso en el lugar indebido; a ese River al que Usted ha logrado denigrar; a ese River que, hoy por hoy, es el hazmerreír de miles y miles de adversarios.
Si se niega o se hace el desentendido, no diga después que las puertas de su despacho siempre han estado abiertas y que los medios, esos que Usted critica cuando no los necesita, son los que le ponen el mote de soberbio y autoritario. No lo olvide: River nos necesita a todos; Usted nos necesita más que ninguno.
Jorge Néstor Leone
Representante de Socios
Socio nº 43.935-6
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