lunes, 27 de agosto de 2012

Adidas: ¡violame que me gusta!

Podrás, en este posteo, encontrar el leonino y perjudicial (para River) contrato firmado con la firma Adidas. Entrá y disfrutá del “gran negocio” que hemos consolidado


¿Qué nos está pasando? ¿Por qué persistimos en flagelarnos y autodestruirnos?? ¿Cómo los vocales oficialistas han aprobado esto? Conozco a muchos de ellos, con algunos tengo una relación personal de estima y aprecio, pero no puedo entender ¿qué les pasa?, ¿qué les sucede?, respecto a su relación con el autócrata devenido presidente. Lamentablemente, lo que no debió pasar aprobado en Comisión Directiva, ahora está acá. Un pelotazo, en la cara de todos nosotros, que jamás debió llegar de esta manera. Si bien estoy acá parado para dirigirme a todos los presentes, por favor, humildemente, escuchen bien lo que voy a decirles aquellos que ya tienen pensado levantar la mano para aprobar este ominoso contrato. Lo hayan leído o no (que es lo más probable). Les hayan ordenado que lo aprueben (que es lo más probable) o no. Es más, me gustaría hablarles con el corazón, tal como lo intentó alguna vez un ministro de economía de Alfonsín, Pugliese, pero tengo miedo que me contesten con el bolsillo, como lo hicieron con él cuando los empresarios y banqueros le dieron el golpe de gracia final a la vida política de ese gobierno. De más está aclararles que bolsillo, en este caso, sería obsecuencia, genuflexión, subordinación racional e irracional y hasta temor porque el kaiser todo lo observa y no perdona a los díscolos. Por eso, comprendiéndolos y a pesar de ello, invertiré la carga de la prueba e intentaré llegar a sus corazones rojiblancos. Para que puedan demostrar que, para ustedes, antes que todo está River. Nuestra casa. Es una buena ocasión para que, modestamente se los pido, lo dejen expuesto en esta Asamblea. Créanme, sería histórico. Por lo que decimos amar, por la gran familia riverplatense, simplemente por ello. Trataré de ser lo más preciso posible para demostrarles que este contrato es sencillamente una vergüenza. Un abuso. Una burla. ¿Otro negociado? Y arranco con números. Sabiendo que las matemáticas tienen su resistencia entre los humanos. Pero al ser exactas, tangibles y veraces, uno no puede prescindir de ellas, ¿no les parece? Primer número a tener en cuenta: u$s. 42.000.000 millones de dólares. Segundo: 7 años. Si divido 42.000.000 x 7 años tengo un tercer número: u$s. 6.000.000 (yo agrego: anuales). Y si divido esos 6.000.000 por los 12 meses de un año, obtengo otro número: u$s. 500.000. Nos dicen, los que saben, que tenemos entre 80 a 100.000 socios. Entonces, si antojadizamente divido los u$s. 500.000 por 80.000, tengo un resultado de u$s. 6,25 o si los divido por 100.000 llego a la cifra de u$s. 5. Traducido: para Adidas, los socios de River valemos entre u$s. 5 y u$s 6,25 por mes o, si lo prefieren, entre u$s. 50 y u$s. 75 al año. ¿Es interesante, no? Podríamos afirmar, para aquellos que no les gustan las matemáticas, que valemos (y en función de ello nos pagan) menos de lo que cuesta una mísera camiseta Adidas en los comercios de venta al público. Y obsérvese que hablo sólo de los socios. Porque reflexionemos juntos: ¿cuántos millones de hinchas le compran a esta empresa las camisetas que fabrican? Y a partir de esa realidad, innegable por cierto, podemos concluir que valemos (o nos pagan) monedas, chirolas, migajas, por vestir y mostrarse junto a una marca única en el mundo (RIVER) infinitamente más importante, infinitamente más grande, infinitamente más gloriosa, infinitamente más trascendente e infinitamente más histórica que la de la propia Adidas. Es más, vuelvo a apoyarme en la ciencia matemática, por si persisten algunas dudas, y les expongo contundentemente, por carácter inverso, que si los 80.000 socios de River compran por año sólo una camiseta original de Adidas (su “módico” valor de mercado es de $ 550 que si se divide por el tipo de cambio oficial, como lo indica este contrato, o sea a $ 4,65 por dólar, nos da un monto de u$s. 118 por unidad), la cifra que Adidas recauda en un período de 12 meses asciende a la friolera de u$s. 9.440.000 y si lo dividimos por 100.000 socios (continuando con mi ejemplo primigenio) el importe que embolsan estos generosos empresarios será de u$s. 11.800.000. En buen romance, colegas: los socios de River estaríamos autopagándonos los teóricos u$s. 6.000.000 de dólares a recibir por año (donde ya hay margen de ganancia para Adidas) y, además, le estaríamos dejando en sus arcas entre u$s. 3.500.000 y u$s. 5.800.000 anuales libres de polvo y paja. Y acá es imprescindible reiterar, para los distraídos o los que a propósito se distraen, que en mi ejemplo sólo contemplo a los socios de River, nada más, y no a los millones de hinchas de nuestros colores. Como, así también, elijo en el ejemplo la compra de un solo artículo por año y dejo de lado al resto de los productos Adidas (camperas, camperones, pantalones largos y cortos, medias, pelotas, botines, etc., etc., etc.). Francamente hablando, este es un negocio extraterrestre. Y, sobretodo, impúdico. Ahora bien, no contentos con esquilmarnos, ¿vieron que las matemáticas son lapidarias?, luciendo sus prendas en nuestros cuerpos albipunzó (tanto en el verde césped, como en las tribunas, como en las calles de todo el país y, porqué no, del mundo) nos conminan, nos aprietan, nos exigen, nos obligan a que para recibir esas dádivas debemos asegurarles y garantizarles, también, lugares estáticos (dentro y fuera del Monumental) para que publiciten su marca, lugares rotativos y digitales, lugares adicionales en nuestros predios, una alfombra en la entrada del campo de juego, un gran banner en el círculo central en cada partido de local que juguemos, cualquier tipo de elementos de publicidad Adidas en el Museo, sus logos corporativos en los asientos de cada tribuna, el uso del cartel electrónico del estadio para promocionar su marca, la obligación de poner su logo en las tres mangas de salida de los vestuarios, en las lonas que cubren las franjas perimetrales de las canchas de tenis, su cartelería y señalética en los campos de entrenamiento de Ezeiza y/o de cualquier otro lugar donde entrene nuestro primer equipo, en todos los programas y/o en cualquier material publicitario o promocional del Club, en forma destacada en el frente de todas las entradas de los partidos locales, en el fixture del Club, en las entradas electrónicas, abonos y entradas VIP, y… y permítanme parar acá. Para que la vergüenza y la indignación no me generen más hipertensión arterial de la que ya tengo y, por la cual, estoy medicado. En síntesis, colegas: le entregamos todo, a Adidas, por esas miserables e ínfimas cifras que River recibiría y que gracias a las matemáticas no se pueden disimular ni ocultar. Ni de atrás para adelante ni de adelante para atrás, tal como se los acabo de explicitar. Excepto que nos sigamos haciendo los tontos o que los compromisos personales estén por delante de los intereses de nuestra Institución. Se dan cuenta, entonces, del porqué les hablo a sus corazones. A su pertenencia visceral a esta gran Casa que nos cobija. A la dignidad abollada de cada uno de nosotros después de estos últimos 12 años macabros. Lo hago para no repetir historias nefastas. Para no seguir hundiéndonos en el fango. Para terminar con esta etapa de humillaciones y entregas del patrimonio socio-económico del Club. Para que los demás no se la sigan llevando, mientras la gallina de los huevos de oro se sigue desangrando. Por favor, les imploro que piensen, analicen, mediten antes de darle el sí a este inconcebible contrato. Sean libres, sean ustedes mismos, actúen como verdaderos riverplatenses. Ejerzan, se los ruego, la libertad de conciencia. Nadie ni nada está por delante de River. En-ten-dá-mos-lo y obremos en consecuencia. Pero puede ocurrir que, luego de todas estas palabras, haya corazones endurecidos y cerebros bloqueados que se nieguen a procesar mi explicación, tan clara como las matemáticas en las que me apoyé. Y los entiendo porque, muchas veces, los compromisos personales (por más equivocados que estén) prevalecen sobre el bien común, el bien del conjunto. Y no por ello yo tengo derecho a pensar que a ustedes les importa un bledo River Plate. Permítanme, entonces, estimados colegas, abundar en más detalles que posiblemente ablanden esos corazones y abran esas mentes. Por River, lo sigo repitiendo: por River. No por Passarella y su connivente Comisión Directiva oficialista, esa que no le pone límites a este “Señor”. Y cuando se analiza el contrato, punto por punto, las matemáticas empiezan a ponerse más transparentes todavía y, lo más grave, se mezclan con frases de cláusulas que inclinan la cancha a favor de un solo lado: el de Adidas. En primer término, saquémosle la careta a nuestros directivos, al departamento de marketing y a nuestros abogados que toleran lo intolerable. ¿Por qué? Porque en el punto a), el dinero genuino que ingresará a nuestras arcas asciende a la suma de u$s. 17.273.000. ¿Cómo llegué a este importe? Muy simple: sumé los montos (cosa que, supongo, ya han hecho ustedes) que Adidas nos pagará, año tras año (hasta el 2018), y que suman u$s. 17.910.000. Le resté u$s. 632.000, que ya nos dio este año (por el contrato vigente), y también otros u$s. 5.000 por impuesto a los sellos (son tan caraduras que ni de ese impuesto se hacen cargo en su totalidad). De allí surge el monto de u$s. 17.273.000. Pero, ¡oh casualidad!, si bien River ganó el campeonato económico, todavía nos quedan algunas deudas por ahí (ver cláusula 3.2 del contrato-Deuda con el Credicoop). Entonces tenemos que ya no entra a nuestra tesorería otro u$s. 1.416.167. Queda, por ende, una suma neta de u$s. 15.856.833. En síntesis: entre pitos y flautas, del primer punto de la hojita-resumen de Marketing, ya se “esfumaron” apenas u$s. 2.053.167. El punto b) de la misma no tiene desperdicio. Nos cobran por darnos su mercancía, año tras año, hasta el 2018 inclusive. Puesto al revés: River le paga lo que utiliza (vean el Anexo I con el detalle respectivo). Y allí se nos van u$s. 1.500.000 por año que, si lo multiplicamos por 7, llegamos a u$s. 10.500.000. En un negocio lógico, limpio y transparente, la firma proveedora debe darnos todo lo que necesitamos para que le promocionemos su marca. No puede cobrar lo que es obligación entregarnos para el beneficio de ellos (mostrar local e internacionalmente su know-how a través de la gran marca River). Con un aditamento más, inaudito y escandaloso: nos valorizan su mercadería a precio minorista de venta al público (o sea, calculan al mayor valor de transacción posible) y no a precio mayorista (como lo harían con cualquier cliente que les comprara la cantidad de productos que “amablemente” nos entregan). Obsérvese la cláusula 2.1 del contrato. En otras palabras: lucran con River. No nos dan, nos quitan e incluso con el mayor margen de ganancia que ellos pueden obtener en sus ventas diarias al menudeo, al chiquitaje. Vayan mis felicitaciones a nuestros negociadores. ¿Serán hinchas de la contra? Pero, bueno, algo es algo y, además, son tan buenas personas (los de Adidas) que en la cláusula 2.3, de manera magnánima y desinteresada, nos prometen lo siguiente: “El Club reconoce y acepta que cualquier Producto adicional que el Club requiera en exceso del detalle de Productos Adidas establecido en la Cláusula 2.1, deberá ser comprado a Adidas Argentina a precio mayorista en los términos y condiciones ordinarios de venta de Adidas Argentina”. ¿No es extraordinario? No sólo nos cobran lo que necesitemos adicionalmente (lo que deberían proveernos sin cargo, también) sino que, en un acto de solidaridad extrema, nos lo venden al precio mayorista. Si no fuera trágico, sería cómico. Si no fuera tan descarado, formaría parte (en el programa de la carrera universitaria de marketing) como un tema denominado “cómo robar a giles”. En síntesis: en el punto b) no vemos un mango. Por el contrario, tenemos que abonar todo lo que nos “dan” en el Anexo I (porque nos lo descuentan del importe total del contrato) con sangre, sudor y muchas lágrimas. Sin embargo, esta dirigencia, chocha-feliz-exultante, nos quiere hacer creer que esto es un buen negocio para River. El punto c) contiene un trasfondo muy interesante. Prima facie, no hay mucho para discutir. Nos aseguran u$s. 8.700.000 en regalías. ¡Buenísimo! Ahora bien, si me pongo a desmenuzarlos, nos daremos cuenta que el mínimo que garantizan a nuestro Club se alcanza con la venta de apenas 100.000 camisetas por año aprox., sin contar todos los demás productos. O sea, no tendrán que hacer mucho esfuerzo para venderlas y, por ende, mucho menos para crear una ingeniería de marketing, ¿no es cierto? Pero acá hay algo más interesante para analizar. Tenemos por un lado el punto 5.2 que dice: “… otorgar a Adidas Argentina derechos de acceso pleno e irrestricto a cada establecimiento o predio en los que el Club haya otorgado derechos de publicidad y promoción a Adidas, incluyendo cada Sede relevante, y derecho de acceso pleno e irrestricto a todas las instalaciones relevantes a fin de asegurar que Adidas Argentina pueda supervisar dichos trabajos y/o tomar las medidas necesarias para asegurar el pleno aprovechamiento de los derechos otorgados conforme este contrato.” Y, por otro, el Anexo 4, punto 15, inciso 12 que dice que Adidas tiene “el derecho a tener un gerente de cuenta experimentado y adecuado en el Club”. Traducidos estos puntos, estimados colegas, significa que el colonizador (Adidas) quiere controlar, “in extremis”, a su colonia (River). Es cuanto menos llamativo, ¿y premeditado?, haber escuchado al colega oficialista, el Dr. Pardo, sostener que River tiene reciprocidad en este tema con la firma Adidas. Porque en todo el contrato sólo encontré que dice (ver cláusula 24.4): “A requerimiento del Club, notificado a Adidas Argentina con una anticipación de al menos diez (10) días hábiles, el Club podrá inspeccionar los registros contables de Adidas Argentina en lo relacionado con el cálculo de LAS REGALÍAS PAGADERAS (las mayúsculas son mías) en relación con la venta de Productos Licenciados durante el año siguiente al Año Contractual de que se trate”. O sea, sólo se refiere a la potestad de que River pueda controlar nada más que las regalías inspeccionando registros contables que pueden ser adulterados, duplicados, retocados, etc. y, encima, no hace mención al control de los registros contables de las empresas licenciatarias de Adidas y/o subcontratadas por ella y/o tercerizadas por la misma. La dialéctica del Dr. Pardo no aclaró (como no lo aclara el contrato) dónde, en qué lugar, cómo, durante cuánto tiempo, de qué manera, etc., etc., River podrá poner uno, dos o tres hombres de nuestro riñón, dentro de Adidas y sus subcontratadas, para controlar todas las ventas de esa firma en el Territorio (esta palabra, en el contrato, significa “todos los países y partes del mundo entero”) en función de los productos licenciados por nosotros (¿?) En esta realidad que nos ocupa, el control (real y efectivo) es como las drogas (según la propaganda oficial): sólo un camino de ida. Obsérvese entonces, y por favor rectifíquenme si me equivoco (me encantaría equivocarme), que no hay una sola cláusula en el contrato que nos permita a nosotros controlar, “in extremis” (como ellos), uno por uno nuestros productos con los que ellos ganarán fortunas y nos liquidarán lo que se les antoje. ¿Casualidad o causalidad? ¿Descuido en la redacción del contrato, para defender nuestros legítimos intereses, o vista gorda en el mismo para que Adidas se siga llevando la parte del león? O, dicho de otra manera, ¡cómo se le escapan ciertas cosas a nuestros abnegados abogados? Preguntas, sólo preguntas de este humilde desconfiado. Porque la verdad es que ellos nos introducen, en todos los ámbitos del Club, a su gente mientras nosotros seguimos mirándola desde afuera. Podríamos hacer una polla entre todos los representantes, si están de acuerdo, para adivinar el monto que dejarán de liquidarnos por regalías que nunca nos declararán. El punto d) de la hojita-resumen de marketing o el punto 3.4 del contrato es básicamente un incordio intolerable. ¿Por qué? Porque: 1) nos quieren dar u$s. 1.440.000 por el alquiler, durante 4 años, de un estupendo local de 265 mtrs.2, lo que da una insignificante cifra de u$s. 30.000 mensuales de alquiler, 2) este local, nuestro local, según varias inmobiliarias consultadas, no puede bajar de u$s. 45.000 a u$s. 50.000 por mes, además de la llave anual del negocio (de la que no se dice nada en este contrato leonino), 3) apenas se ajusta un 12% más en dólares, sobre lo actualmente recibido, a razón del insignificante porcentaje de un 3% anual cuando el mundo se prepara para resistir una devaluación constante y persistente de la moneda norteamericana, 4) todo el dinero ingresará por adelantado, lo que implicará el uso del mismo por parte de esta administración, tal como sucediera con el alquiler actual que se lo quedó, en su totalidad, la anterior gestión comprometiendo a los próximos 2 gobiernos que no contarán con ese ingreso. Y acá debemos recordar las quejas y reproches del Kaiser por los contratos que la gestión anterior había cobrado íntegramente. Como vemos, él sigue con las mismas “mañas”. El punto E de la guía de marketing nos toma directamente el pelo a cada uno de los riverplatenses. Que Adidas compute como ingreso para el Club u$s. 200.000 dólares anuales (u$s. 1.400.000 por los 7 años), que paradójicamente nunca ingresarán a la Tesorería del mismo, en concepto de diseño, desarrollo y ejecución de una estrategia de comunicación y marketing de los productos licenciados es básicamente una exacción ilegal inadmisible. Nos quieren hacer creer que usarán a sus cráneos para inventar, mejorar, optimizar las vías de comercialización de productos que, cualquiera sea su forma, con solo tener los colores que amamos se venden sin problema alguno. ¡Cuánto cinismo! ¡Cuánta hipocresía! Nos sacan este dinero, y nuestros dirigentes lo aceptan mansamente, haciéndonos creer que con sus habilidades profesionales potenciarán la venta de productos que lleven la marca River. Y esto se produce cuando los últimos años demuestran que hasta una botella de vidrio tirada en la calle, si se la pinta con nuestros colores y se le inserta una calcomanía con nuestro escudo, es vendible en cualquier lugar del país. No tienen límites, colegas. No tienen pudor, colegas. No tienen vergüenza, colegas. Nos engañan como colegialas y nos roban, nada más ni nada menos, que u$s. 1.400.000 sin que a los vocales oficialistas se les haya movido un pelo. Ruego a Dios que acá, a nosotros, no nos pase lo mismo. Ahora bien, no satisfechos con estas barbaridades, en el punto 6.9 del contrato o en el ítem f) de la hojita le dimos a esta empresa el derecho a que nuestro primer equipo juegue 2 partidos de exhibición en fechas a determinar. Por este otro exceso en la promoción de sus productos, Adidas nos reconoce la gigantesca cifra de u$s. 200.000 por cada partido disputado. Realmente, ¡una bicoca! Sólo les informaré, para que ustedes saquen sus propias conclusiones, que a nuestros innombrables primos le pagaron u$s. 350.000 por jugar un partido con la Selección de Honduras, en Miami… y con suplentes. Queda, lapidariamente, todo dicho en este tema ya que no es casual lo que nos ha pasado y nos seguirá pasando si continuamos permitiendo estas vejaciones. Pero no todo es tan malo ni Adidas es tan perversa. Fíjense atentamente su generosidad de permitirnos incrementar u$s. 1.040.000, por año calendario, nuestros ingresos con sus premios. Sólo tenemos que ganar las Copas Argentina, Sudamericana y Libertadores, el Torneo Local y la Copa de Clubes en Japón en el mismo año. Hay que tener un profundo reconocimiento con Adidas porque si esto lo conseguimos sucesivamente en los años venideros (hasta el 2018 inclusive), juntaríamos la friolera de casi 7 palos verdes. ¡Si es tan fácil ganar todas esas copas en un mismo año! Por eso no debe sorprendernos la generosidad de la firma Adidas. Siempre han sido así. Lo pueden corroborar leyendo una editorial del diario inglés The Independent, de octubre del 2010, donde dice que: “La alargada sombra de la explotación laboral vuelve a cebarse con las principales marcas de ropa deportiva del planeta. Según los informes internos de las 3 grandes de la industria, Nike, Puma y Adidas, 281 de sus fábricas funcionan de manera fraudulenta violando las normas mínimas que imponen para la creación de sus productos.” Y agrega: “Desde que a mediados de los ´90 una fuerte corriente crítica con estas prácticas laborales alentó al boicot de los usuarios hacia estas compañías se han fomentado inspecciones sorpresas y nuevas condiciones que, a priori, deberían dignificar las condiciones de los trabajadores. Sin embargo, estas visitas sorpresa dejan datos poco alentadores y colocan en mal lugar tanto a las propias marcas como a las compañías subcontratadas al respecto.” Estamos hablando de la misma empresa que en su planta de El Salvador tenía niños de 12 años haciendo horas extras y durmiendo, en el suelo de la misma, hasta comenzar la siguiente jornada laboral. O de la misma multinacional alemana que en su fábrica de Yue Yuen, China, paga Euros 0,21 por hora por trabajos de entre 70 y 84 horas semanales. O es la misma empresa que, según el diario Miradas al Sur del 6 de febrero de 2011, la menciona de esta manera: “Cuando la Ciudad pudo recobrar el poder de policía en la materia, al mes siguiente asumió la administración PRO de Mauricio Macri. En ese contexto, crecieron las denuncias por talleres clandestinos contra las marcas de ropa hoy concentradas en la megacausa (no por mega va rápida) que dispone el juzgado federal de Norberto Oyarbide. Están Puma, Adidas, Le Coq Sportif, Cheeky, Akiabara, Awada, Claudia Larreta, Yagmour, Mimo & Co., Hill, Ona Sáenz, 47 Street, Bensimon y un larguísimo etcétera de alrededor de 130 marcas.” Y en relación a Adidas, puntualmente, sostiene: “Según varios allanamientos hechos en 2010, muchas de las prendas de la marca de las tres tiras se confeccionan en talleres ubicados en Villa Celina, La Matanza, con trabajadores hacinados de nacionalidades extranjeras.” ¡Una pinturita, realmente! Y una excelente socia para nosotros… con algunos problemitas en la Justicia pero ¿quiénes no han tenido, de los que estamos acá, algunas cuitas con ese Poder y, sin embargo, están sentados cómodamente aguantando la exposición de este rebelde sin causa? Y si después de todo lo explicado sus corazones rojiblancos siguen dudando, puedo invocar las vergonzosas cláusulas contractuales 3.4 y Anexo 4, punto 6, incisos d) y e), apartados (i), (ii), (iii), (iv) y (v) por las cuales debemos, repito: debemos (imperativo), entregarles 80 entradas gratis en la San Martín y/o Belgrano bajas (lugares preferenciales) que a $ 300 hacen un total de $ 24.000 por partido de local y que divididos por $ 4,65, hacen un total de u$s. 5.161 por partido. Si multiplicamos esta última cifra por los 19 partidos anuales del campeonato local (no cuento los partidos locales de eventuales copas internacionales que podamos volver a jugar), llegamos a un monto de aprox. u$s. 100.000 anuales que se les regalan a Adidas porque sí. Les pregunto: ¿esto se descuenta de los millones y millones de dólares que nos dan o no? Además, exigen, repito: exigen (imperativo), 50 entradas más pero al 50 % de su valor, lo que nos da un monto de u$s. 30.650 al año teniendo en cuenta las mismas condiciones, cotizaciones y valores que desarrollé más arriba. Sin palabras… Ah, ¡casi me olvido!: también le tenemos que dar un palco para ellos junto con varios estacionamientos en el Tiro Federal y en el Club que, por favor, tómense la molestia de cotizarlos/valuarlos ustedes. Disculpen que no lo haga yo pero ya estoy cansado de tanto exceso. Algunas otras cláusulas interesantes para analizar son la 2.3, incisos (i) y (ii); la 2.6 (donde no se respeta nuestra historia ni nuestras tradiciones); la 2.7 (Adidas utilizará, a nivel mundial, otros logos publicitarios de nuestra camiseta sin pagarnos regalía alguna); la 4, inciso (e) (“el derecho a perpetuidad al uso interno no comercial, exclusivamente con fines de referencia, exhibición pública e inclusión en el museo de Adidas de cualquier material de promoción o publicidad que incluya el Respaldo del Club…”); la 6 (Obligaciones del Club – actividades y presentaciones promocionales) y la 8 (Derechos de Propiedad Intelectual) que son cláusulas violatorias de los derechos de imagen y propiedad intelectual contemplados en la Ley 11723, artículo 31, en el Código Civil (en su artículo 1071 bis) y en la Constitución Nacional, artículo 17 y, por último, debo “agradecer” al vicepresidente Turnes por aclarar (antes de tratarse este punto en la Asamblea) que la vergonzosa cláusula 12 (Derecho de Suspensión/Reducción), intencionalmente dejada en blanco (como puede observarse en el contrato adjunto), quedaba sin efecto. Hubiera sido otro bochorno más de esta administración (hacer aprobar un contrato con una cláusula que no nos detallaban a los representantes). Por todo esto que expuse, y por tanto que no, es que me causa mucha gracia leer lo que el Departamento de Marketing le propuso a la Comisión Directiva. Y me da gracia porque el gran pilar de la administración Passarella, el marketing, es una caja de incongruencias atroces. Un fracaso, como lo demuestra este contrato. Y les explico porqué. Según Philip Kotler (considerado, por algunos, padre del marketing), marketing es «el proceso social y administrativo por el que los grupos e individuos satisfacen sus necesidades al crear e intercambiar bienes y servicios». O sea, en principio, es lo que hacemos nosotros con esta multinacional. Pero, lamentablemente, a los hombres que manejan nuestro marketing no se les cae una idea propia ni defienden con uñas y dientes nuestros intereses. Por lo tanto, omiten el verbo, la palabra clave de Kotler: “crear”. Si fueran creativos, por ejemplo, se hubieran preguntado en algún momento: ¿por qué debemos depender de Adidas?, ¿para qué la necesitamos?, ¿para que River sea un socio bobo? Y, posiblemente, se les hubiera ocurrido que independizarse de esa empresa era el principio básico para satisfacer nuestras necesidades y generar más recursos para el Club. Por ejemplo, si nosotros (River) creamos nuestros propios productos y los hacemos fabricar directamente en talleres vinculados con contratos de exclusividad a nosotros, la rebaja de costos sería una realidad indiscutible. Nuestros socios e hinchas pagarían mucho menos por esos productos y nosotros (River) ganaríamos mucho más. Tomemos el ejemplo de una camiseta. No puede valer en el mercado textilero (su confección) más de $ 40/45 (1). Si la vendemos a $ 250 (menos de la mitad de lo que cobra Adidas), estaríamos recaudando genuinamente, y sin entregar todo lo que hay que entregarle a esa empresa, $ 20.000.000 (unos u$s. 4.300.000) si me baso en mi primer ejemplo de una camiseta por cada uno de los 80.000 socios. Y si amplío el ejemplo a 100.000 socios, los dólares a recibir genuinamente alcanzarían a unos 5.400.000 (el equivalente a $ 25.000.000). En ambos casos debo deducir el costo, ¿no es cierto? Bueno, la realidad matemática me indica que a ambos ejemplos le debo restar unos u$s. 800.000, lo que me generaría 2 importes netos: por los 80.000 socios quedarían u$s. 3.500.000 y por el ejemplo de los 100.000 socios u$s. 4.600.000. Esto sin contar a los millones de hinchas que comprarían nuestro producto Las diferencias, respecto a las migajas anuales que nos prometen dar, estimados colegas, son irrefutables respecto a cómo explotan a nuestros socios e hinchas, tanto nuestros dirigentes ejecutivos como la firma Adidas. Podría seguir demostrando más aberraciones que contiene este contrato. Pero creo que con lo hasta aquí expuesto, sus corazones y sus mentes han receptado todo lo que debían saber acerca de este perversa figura legal. Quizás, y para terminar, debamos repasar algunas afirmaciones, sólo algunas de las muchas que hay: no entran a la Tesorería u$s. 42.750.000 en 7 años, tampoco u$s. 6.000.000 anuales en efectivo-cash (muchísimo menos), se negoció sobre la base de un dólar que no existe (el oficial) y que nos hace perder (de movida) entre un 30 y un 35% de valor monetario agregado, adquirimos fuertes y leoninos compromisos legales con una firma que no negocia sino que impone (con la complacencia de varios de nuestros dirigentes), debemos dar mucho más de lo que recibimos, entran a nuestra Casa de manera irreverente mientras nosotros no podemos ni mirar de lejos la suya y, sobre todo, enajenaríamos ingresos de, por lo menos, las próximas 2 administraciones. Y lo más grave, dañamos a nuestros socios y a nuestros hinchas haciéndoles creer que cerramos un negocio altamente conveniente para el Club cuando la realidad es que la única parte que se beneficia, con el dinero de ellos, es una multinacional filibustera y con patente de corso otorgada por la FIFA, a nivel internacional, y por la “bendita” AFA, a nivel local, junto con Nike, fundamentalmente. Gracias por escucharme, estimados colegas, y quiera Dios que sus corazones rojiblancos privilegien a River por delante de todo lo demás. Hoy es un día vital, cumbre, fundacional para comprobar quiénes lo ejercitamos y quiénes lo declamamos cuando nos toque levantar la mano. 1) Mostré en la Asamblea una campera “trucha”, con la marca Adidas, de muy buena confección, comprada en Mar del Plata (plena peatonal) cuando jugamos con Aldosivi hace unos meses atrás. Pagué $ 90. No creo que nos hayan pagado regalías por esta prenda y queda demostrado que Adidas no lucha contra el comercio ilegal. También, es dable destacar que, dentro de los $ 90 pagados, hay un buen margen de ganancia para el empresario que me la vendió. También mostré en dicha reunión asamblearia una camiseta Adidas, original, comprada en La Salada (el año pasado) a sólo $ 100. Curioso precio, curioso control de Adidas (ya no me quedan dudas de lo que alguna vez me explicó un amigo: “¿vos pensás que las grandes marcas no le proveen a los puestos de La Salada sus mercancías?) y obvio puenteo a River sobre lo que debemos cobrar por uso de marca. Deberían preguntarse, también (yo ya no tengo dudas), ¿cuál es el precio real de confección de la prenda si se vende a $ 100 (con margen de ganancia incluido).

Nota: Este leonino contrato se aprobó el viernes 24 de agosto del 2012 por 56 votos a favor y 40 en contra.

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