miércoles, 13 de abril de 2011

Cuando el río suena, agua trae

Los anónimos, de cualquier índole y tenor, son aberrantes. Porque implican cobardía, mezquindad, indolencia y mala fe. Pero esas calificaciones no implican desconocer sus contenidos. Y es obligación de los que nos sentimos comprometidos con una causa, con un proyecto, con una institución, buscar la veracidad de los mismos. A veces, nos encontramos con gratas sorpresas. Y, por ende, tenemos nuestras recompensas.


Todo empezó con la recepción, en mi casilla de correos electrónicos, de sendos e-mails fechados el 19, 20 y 23 de julio del 2010. Sé positivamente que cientos y/o miles de casillas de socios e hinchas riverplatenses también los recibieron. Nadie, aparentemente, se sintió aludido y, al mejor estilo Julio Grondona, habrán pensado: TODO PASA. ¡Lamentable!


A continuación se puede acceder a cada uno de los mails

mail #1
mail #2
mail #3

Habiendo resaltado los párrafos de los e-mails que involucran a este posteo, me vengo dedicando desde hace aprox. 8 meses a buscar pruebas sobre el particular. Las demás denuncias no las he podido corroborar… todavía. Y los resultados, asegurandóles el anonimato a quienes me han ayudado al respecto (madres y padres que me proveyeron los comprobantes), son los siguientes:









Conclusiones:

-El costo del viaje fue, efectivamente, costeado por los padres.
-Los familiares tuvieron que hacerse cargo de la indumentaria. También lo tuvieron que hacer con los buzos que utilizaron en la River Cup.
-Algunos padres, vinculados a agencias de turismo, afirman que el costo del viaje y la estadía, teniendo en cuenta la cantidad de personas que conformaron la delegación, debió salirles no más de u$s. 750.- La diferencia, con los u$s. 1.300 oblados, es más que considerable. River Plate no puso un solo peso para apoyar a sus representantes.
-El Sr. Gagna viajó, acompañando a la delegación, con su Señora esposa. Ya no pregunto cómo se costearon sus pasajes. Sí si correspondía que ella viajara. Porque, entiendo modestamente, no era un viaje de placer y/o turismo.
-Préstese atención al tipo de recibos que se les entregaron a los progenitores. No tienen membretes del Club, ni numeración, ni nombre de la imprenta que los realizó, ni número de CAI (Código de Autorización de Impresión) emitido por la AFIP, etc.
-Obsérvese que al dorso de los recibos figura el final de un texto (se supone que de alguna carta o memo interno del Club) con las firmas de Daniel Passarella y Cristian Francisco. Bienvenido el “ahorro” a River al consumirse papel inutilizable o descartable. Lástima que el ingreso del dinero, a la tesorería de la Institución, deja mucho que desear y no se hace de manera transparente y cristalina. A propósito: ¿habrá entrado a la caja correspondiente? ¿Habrán tomado cartas en el asunto los fiscalizadores?
-Al preguntarle al “polifacético” secretario, Daniel Bravo, sobre los lamentables recibos de pago recibidos (yo, en su despacho, y en persona) me respondió: “No podés andar con chiquiteces. Quedate tranquilo que esa guita entró al Club. Yo tengo a mi hijo en esa escuelita y sé todo lo que ocurre allí adentro.”  Huelga mi respuesta, por supuesto; a lo que él respondió: “Bueno, sabés lo que tenés que hacer si no te convencen mis palabras”. Y, créanme, juro que lo haría… pero ningún padre me va a acompañar al juzgado correspondiente.


Moraleja

Me revuelven las tripas todos los personajes que se escudan en el anonimato para lanzar diatribas, mendacidades o falacias. Me dan asco todos aquellos que lanzan infamias personales e íntimas. Pero siempre, separando la paja del trigo, hay que avanzar sobre el fondo de estas deleznables denuncias. Porque, muchas veces, el árbol no nos deja ver el bosque y, como en este caso, esos anónimos tenían una parte veraz. Sólo una parte… pero una que vuelve a perjudicar a toda la familia riverplatense y a la transparencia, con la cual muchos se llenan la boca día a día.

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